Imagen: dos superpuestas imágenes del arte de Chiribiquete como se ve en el video por el Parque Nacional Natural Chiribiquete
En Chiribiquete, en una parte al norte de la selva amazónica colombiana, hay indicios de la actividad humana que tienen 20,000 años de antigüedad aproximadamente. Por eso hacen parte de las más antiguas del mundo.
Las pistas en Chiribiquete incluyen decenas de miles de dibujos con contenido ritualista o cosmogónico que reflejaron el ecosistema. Los dibujos se han pintado en las naturales formaciones rocosas que alcanzan los 800 metros de altura. En la cosmovisión de esos artistas desaparecidos hace mucho tiempo, el altiplano estaba en el centro del mundo y conectaba los humanos con los cielos; las plantas alucinógenas se consideraban importantes; y el jaguar, con el pelo manchado que se veía como la Vía Láctea, se sienta por encima de todo.
En la Serranía de la Lindosa, en Guaviare, unos 100 km al noreste de Chiribiquete, hay arte en las rocas. Un nuevo sitio allá fue descubierto en 2019 y se mantuvo en secreto hasta finales de 2020. Aunque se ha especulado sobre la apariencia de megafauna extinta en esos dibujos, Fernando Urbina Rangel, un especialista en la prehistoria de América, dice que no es claro, debido a la erosión del clima y tiempo, si los dibujos incluyeran tales especies.
La gente indígena usa ideogramas hoy, aunque no son los mismos que los antiguos en Chiribiquete por la evolución de este tipo de lenguaje. Por ejemplo, un cordón tejido con símbolos geométricos se llama chumbe y en sus símbolos se reconocen conceptos como madre, taita (usualmente un padre sagrado como un cura), agua y sol. Se lo incluye en la tradición de oralitura con las historias que se transmiten cuando la gente se reúne cerca de una fogata, por ejemplo, en una maloca (La maloca está nombrada en el poema “Comienzo” por Yenny Muruy Andoque y Óscar Román de los Andoke-Uitoto en las Amazonas).
Actualmente, la ecoregión alrededor de Chiribiquete tiene una gran biodiversidad. La selva y los ríos son casi intransitables. Pero, a pesar de los desafíos, algunos científicos logran visitar el sitio. Todavía los pueblos indígenas y su tierra están amenazados por la “tala y quema” en la selva y la agricultura ilegal. A través de la operación Artemisa desde 2019, el presidente Duque busca frenar la deforestación.
Los pueblos incluyen “las macuna, yuhup, letuama, tanimuca, cabiyari, yuana, murui, urumi carijona, uitoto y, más recientemente, nukak,” según Carlos Castaño-Uribe. Algunos de ellos se quedan aislados. Entre los aislados también son los yuris y los passés en el Amazonas; de ellos, hoy son pocos. Los yuhup estaban aislados aunque el contacto aumentó hace medio siglo, y eso causó la muerte de muchos por varias enfermedades.
Castaño-Uribe (2019: 344-5) identificó cuatro desafíos con que enfrentan la meta de la conservación en Chiribiquete. Considero que dos de ellos tienen que ver con intentos directos de extraer recursos naturales. Primero, hay un ciclo de tala y quema, al inicio para despejar espacio para el cultivo de coca, y cuando se abandonan los cultivos se usa el espacio para fincas bovinas. En segundo lugar, hay tráfico significativo de la fauna silvestre: se estima que en 1964 1 de cada 8 pesos del producto interno bruto se relacionaba con la exportación de fauna silvestre (mamíferos, aves, y reptiles). Ese tráfico no se prohibió de manera permanente sino hasta 1977. Todavía hoy ocurre y es difícil prevenirlo. Estos intentos son difíciles de obstruir dado el gran valor monetario que se atribuye a los recursos.
Los otros dos desafíos tienen que ver con la actividad humana que rodea el narcotráfico. Un aspecto de esto es que los guerrilleros (ahora disidentes de las antiguas FARC-EP) han estado en la región por décadas estableciendo su centro de operación militar y de narcotráfico en la zona. Otro fenómeno es la construcción de laboratorios de cocaína. Ambos provocan la deforestación, pero el verdadero desafío aquí es que hacen que la selva se vuelva más peligrosa. Cuando el gobierno intenta luchar contra el narcotráfico, por el difícil acceso del ejército por tierra, la zona se ve afectada por bombardeos aéreos. Los bombardeos y aspersiones antidrogas pueden afectar los recursos naturales y arqueológicos de Chiribiquete. Aquí el desafío es cómo la gente puede cooperar para proteger el bosque y no dejarlo como “daño colateral” de las luchas de poder.